APARATO DIGESTIVO por Carmen de Ayora
Aparato digestivo se plantea desde la disidencia. Unos encuentros que cuestionan en la media que se aborda dibujo y pintura, para transitar por ellos en distintos modos, comprometiéndose con la complejidad, sin renunciar a sus hibridaciones. Con la artista Carmen de Ayora y haciendo una digestión con su práctica se plantea una jornada extendida a lo largo de tres días donde a través de encuentros ir trabajando conjuntamente.
Los procesos de trabajo parten de los materiales rechazados por la realidad neoliberal, un viaje en imágenes por la conciencia del dolor. Un proceso digestivo por aquello que nos consume y que se queda grabado en el fondo de la caverna que es nuestro mundo emocional. Los espacios que nos rodean, los que recordamos y los que soñamos se convierten en contextos hacedores de situaciones conflictivas. Los objetos que forman parte de nuestra vida son paisajes donde reflejar dudas jamás resueltas.
Una preocupación de la realidad de manera excesiva, para deformarla hacia un tremendismo en la connotación de sus formas. Una insistencia en la lucha de la conciencia afectada por la cotidianidad, trabajando a partir de esas heridas, a partir de los efectos que la existencia hace en la vida. Desarrollo de los temas en relación al nivel de preocupación que ocupan el día a día. Busqueda de opciones para resistir a partir del arte. La intuición como motor y el cuestionamiento de eso mismo. Utilización de técnicas que sean baratas, lo excesivo del proceso de trabajo es su lentitud, es uno de los caballos de batalla de Carmen, mantener la lentitud y conservar los procesos internos con todo lo que piden. Estar implicada políticamente, la mirada es crítica, radical y disidente, sufro por ello. Creo que el arte nos salvara. Necesitar de la torpeza como base del conocimiento, adorar la ingenuidad y la inocencia.
Al final de los encuentros se hará una exposición con el proceso de digestión conjunta.
Quiero llegar al origen de las cosas, y empezar de nuevo.
TIEMPO LIBRE. Carmen de Ayora en Halfhouse
por Amanda Cuesta
Cuarto intento de escribir el inicio de un texto introductorio sobre la obra de Carmen de Ayora. Hace un rato me decía, cuando le confesaba que solo me salían finales, que de eso iba el arte, de enfrentarse al no me sale. Y claro, con estas verdades como piedras que brotan de la destilería de nuestra Carmen, sentarse a hacer ejercicios retóricos da un poco de susto, por puro miedo de traicionar la verdad que atesora el objeto. Bromas aparte, la selección de trabajos recientes que, bajo el título Tiempo Libre, se reúnen en Half House ofrecen un recorrido tan místico como esencialista sobre lo político y lo estético, una reivindicación incendiaria del tiempo de vida. La radicalidad de armonizar el ser en un mundo marcado por la disrupción y el sin sentido. Cobrate lo que te debo, Tiempo libre y Arte puro. Juntas sobreviviremos a la distopía.
La exposición arranca en el jardín, con las pancartas, presentando una serie de dibujos donde se establecen diálogos despersonalizados entre elementos arquitectónicos secundarios, plantas o estructuras industriales. Interrogaciones a gritos, mantras de catequesis anticapitalista, declaraciones de intenciones escindidas, desdobladas o bifurcadas sobre el mundo.
¿Qué te parecen las pequeñas preocupaciones humanas? –pues que sirven para ocultar las grandes
¿Crees que seguirá pasando gente? – No vendrá el diluvio tras nosotros
¿La producción…? – No te permite vivir lo que te está pasando
Pensamiento común. Una charla en el pueblo, en el pasillo de la escuela, en todos los desiertos del mundo puede prender la chispa de una declaración de intenciones.
El trabajo de Carmen de Ayora parte de un compromiso profundo con la vida real, cuyo sentido último es dedicarse a la contemplación y a la espera de una verdad revelada. En el recibidor de Half House topamos de pleno con una de estas: Tiempo libre, rechazo al trabajo mayúsculo, bien grande, contra la reificación de los cuerpos y la alienación del espíritu. Con todo lo escrito y dicho sobre el tema, la fuerza del mural de Carmen, más allá del gesto, es que se trata de un lema de vida muy batallado. Y al lado de Tiempo libre, el páramo árido de la deudocracia. Se me viene a la cabeza esa ranchera tremenda de Vicente Fernández: “Cuanto te debo, no quiero deudas que se paguen con mi sangre, cóbrate y vete, que mi alma tiene hambre de ese amor puro…”
Y ya que hablamos de amor puro, vamos al metalenguaje, penetrándolo por la bisagra escultórica y monumental que enlaza la vida, política y arte Si no haces algo revolucionario no hagas nada, Si no haces algo revolucionario no hagas nada. El juego de dispararle palabras a la indiferencia ¿revolución o contemplación, revolución sin contemplaciones, revolución y contemplación, contemplación revolucionaria…? El uso paradójico de la palabra, la poética de la aspereza y la alusión permanente al arte como espacio libre de la conciencia, son algunos de los rasgos más distintivos de Carmen de Ayora. Una investigación acerca de las posibilidades de decir, de pensar y ejercer la diferencia, fuera de los estándares culturales en los que trata de hacernos encajar, a nivel global, el neoliberalismo ultra consumista.
Tan reseñable como lo expuesto son los descartes, es cuestión de fraseado, Las palabras y Arte Puro, se quedan para nosotras. Llamarada mística resistiéndose a la museificación. Y con semejante incendio interior, sentarse a dibujar un árbol. Radicalidad ante todo, pasen y vean.