"Barcelona ha entrado en la decadencia"

LA ENTREVISTA // WILLIAM J. R. CURTIS, POR NÚRIA NAVARRO
"Barcelona ha entrado en la decadencia"

William J. R. Curtis es una especie de Harold Bloom de la arquitectura. Su libro Arquitectura moderna desde 1900 (Phaidon) es la biblia que debe consultar todo interesado en los edificios. El inglés, que visitó por primera vez Barcelona a finales de los años 60 --vino a ver torear al Cordobés y acabó enamorado de la catedral--, tiene una visión de la ciudad que no es como para que saquemos pecho.

--¿Cómo se llega a ser el que más sabe de arquitectura?
--Eso lo dice usted.

--Y otros cuantos.
--Mi padre era ingeniero de materiales. A los 3 años ya me fascinaba mirar los diseños y las fotos de construcción sobre su mesa. Vivíamos en Kent y recuerdo quedar deslumbrado ante la cripta de Canterbury. Luego descubrí a Le Corbusier... Siempre he tenido un sentido muy personal de la arquitectura. ¡La vivo con todo mi organismo!

--¿Qué edificio hay que destruir por el bien de la humanidad?
--Ja, ja. Lo que me enoja es la obsesión por los rascacielos mediocres, esas imágenes de marca que se construyen en todas partes.

--¿Se cargaría el Swiss Re, de Foster, conocido como El Pepinillo?
--¡Lo detesto! Es un gadget. Un gesto tecnocrático trazado en un ordenador. Como otros edificios, sirve al poder del dinero. Es la plutocracia que se explica a través de la verticalidad.

--¿Tampoco acepta la torre Agbar?
--No.

--Es una seña de identidad.
--¿La identidad de Barcelona se explica por la torre Agbar? ¡Por favor...! Se explica por su gente, su mar, su clima, la Rambla, la catedral.

--Jean Nouvel dice que dialoga con las torres de la Sagrada Família.
--¡Los arquitectos son grandes vendedores! Y llega un momento en que hay que hablar de valores. El valor de una torre de oficinas como la Agbar no tiene el mismo significado que el proyecto de una catedral como la Sagrada Família. La cuestión siempre es la misma: lo público y lo privado. Estamos en un momento en que lo privado quiere dominar la ciudad. Y encima te sueltan: "Pero si lo hago por vuestra identidad...".

--Señale algo que se haya hecho bien, caramba.
--Admiro el jardín botánico de Carles Ferrater, en Montjuïc, y la Vila Olímpica, que es un conjunto que aporta una cierta reflexión sobre el frente marítimo. Pero el Fòrum...

--¿Qué pasa con él?
--El problema del Fòrum es que no tiene un fundamento cultural, no hay contenido. Es una ficción publicitaria. Había muchas maneras de hacer llegar la Diagonal al mar. ¿Por qué no hacer algo más simple? Eligieron el chachachá... El Fòrum es un retrato de nuestra época. En arquitectura hay mucho cinismo, mezclado con desprecio por el humanismo. Hay que tomar una gran distancia con respecto al presente.

--No sé si le sigo.
--La arquitectura se hace para mejorar la vida de la gente. Y hay que reflexionar sobre la calidad de los espacios, su utilidad, pero también sobre los asuntos del clima y de la naturaleza. Y los rascacielos pueden ser sensibles a esto, ¿eh?

--O sea, no es contrario a ellos.
--Soy contrario a esas dos torres de la Vila Olímpica, por ejemplo, que son dos cajas banales. ¡Desperdiciar ese espacio entre el mar y la montaña!

--Nos va a hundir, la verdad.
--Los años 80 fueron una gran época para Barcelona. Hubo una gran reflexión sobre el espacio público, la vivienda y la estructuración de la ciudad, y surgieron proyectos de calidad, como el Velódromo de Horta.

--¡Menos mal!
--Pero en los años 90 todo el mundo dio un paso hacia la sociedad del espectáculo. Antes era la construcción y ahora, la imagen. ¡Y el riesgo es la gran mentira! Estamos en los espacios de la ilusión, donde todo el mundo quiere llamar la atención al consumo. Por eso se hacen edificios tortellini, edificios juguete sexual...

--¿Qué propone? ¿La rebelión civil?
--Ja, ja. Eso ya pasa. En Diagonal Mar he visto carteles que dicen "No a los bloques". Protestan contra la colonización del frente marítimo. La construcción se ha convertido en una especie de paquete de inversión internacional. Una irresponsabilidad.

--¿Es ese el pecado capital?
--¡El pecado es inventar guerras innecesarias! Pero, en arquitectura, con el ordenador puedes dibujar lo que sea. Hoy lo mejor se hace fuera de Barcelona. Aranda, Pigem y Vilalta proponen cosas inteligentes y sensibles al paisaje, desde Olot. Pero Barcelona ha entrado en la decadencia.

--Deprimente, señor Curtis.
--Madrid sufre el mismo mal, si le consuela... Con eso de los concursos, en España siempre salen los mismos nombres. Los que concursan, una semana después están en un jurado... ¿Monopolio? El star system es una forma de controlar el mercado. ¡España construía muy bien antes de que todos estos desembarcaran!

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