La Escocesa
por Gregorio Luri.
Mientras espero que lleguen Marco y Véronique, me siento en un banco de la pequeña plaza que hay frente a la iglesia del Sagrat Cor, al otro lado de la calle Pere IV y mirando la hilera de casitas de dos pisos abandonadas con las puertas enladrilladas donde vivían los trabajadores de La Escocesa.